sábado, 21 de diciembre de 2013

LA BELLEZA DE UN MAR DE NUBES.

Hace unos días, subiendo el Puerto de Navacerrada con mi amigo Ezequiel, mientras charlábamos de camino al bosque de Valsaín , al subir por el Ventorrillo, tuvimos la suerte de encontrarnos con un fenómeno meteorológico muy interesante y poco frecuente en la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama.
Aún no habíamos entrado en calor, dentro del coche, cuando nos dimos cuenta, del maravilloso espectáculo que se abría ante nuestros ojos, en la zona baja del Valle del Guadarrama y hasta que alcanzaba el horizonte, un mar de nubes bajas o nieblas se podía ver desde las zonas altas de la Sierra de Guadarrama. Estas nieblas habían engullido los pueblos serranos y parte de la rampa de la Sierra,  y nosotros nos encontrábamos por encima de ellas, y en el primer lugar en el que pudimos aparcar el coche, nos bajamos los dos, con entusiasmo y gozo, para admirarlo, y fotografiarlo. Resulta difícil de explicar el por qué de esta emoción, pero la verdad es que los dos nos miramos a los ojos en el coche cuando lo vimos, y no nos preguntamos ni siquiera si íbamos a parar o no... se daba por hecho. La belleza de un fenómeno meteorológico como este,  y el paisaje impresionante que nos deja,  no nos dejó lugar para la duda, y ni siquiera pensamos en si se nos haría luego tarde o no, para la ruta... salimos a disfrutar y era lo que estábamos haciendo en ese momento. 
De pequeño, siempre soñaba con poder contemplar con mis propios ojos un momento como este, bello y singular como pocos, había visto fotos del fenómeno en algunos libros de fotografía, pero yo quería verlo.... y  de paso, tirar unas fotos, claro. Tal era mi obsesión que me llevo a comentárselo a un amigo que por entonces trabajaba en el Puerto de Navacerrada, haciendo churros para los amantes del esquí y de la nieve. Este amigo mío era de Cercedilla, y le llamaban el "Piño", mote parrao familiar,  y aprovecho para decir que guardo de él muy buenos recuerdos pasados juntos. Recuerdo que me dijo, no te preocupes que yo todos los inviernos veo muchos desde el puerto, y si veo alguno pronto, te aviso para que subas a verlo y a tirar fotos.  Y así fue, un día me llamó, a medio día y recuerdo que salí disparado con mi coche hacia el puerto para poder hacerlo... y fue un día festivo para mi. Logré verlo, y fotografiarlo, pero era mi inicio en este tema de la observación y la fotografía.  Total, que de esto hace ya más de 20 años, y ya he logrado ver más de uno en la Sierra, y a pesar de ello, cuando vuelves a verlo y depende de tu situación... el paisaje que ves desde arriba, es realmente espectacular. Así que cuando ahora veo uno y encima con un día tan bonito como el que teníamos hoy, no me lo pienso dos veces y me recreo en mi obsesión, y en la felicidad que siento de poder verlo con calma y sin nadie que me esté recordando la hora... como esta vez, con Ezequiel, en el que los dos pensamos lo mismo.
Recuerdo que aparcamos el coche y salimos los dos corriendo con las cámaras fotográficas preparadas, y sin abrigarnos siquiera,  no fuera que se disipara rápidamente ante nuestros ojos como ocurre otras veces. Subimos en un alto de la ladera de la montaña a ver qué vista panorámica teníamos, y enseguida nos dimos cuenta que íbamos a tirar unas buenas fotos del momento, estábamos ambos ilusionados intentando sacar la mejor toma, y nos movíamos rápidamente de aquí para allá, buscando la mejor posición, y el resultado fue magnífico, porque además al ser dos, podíamos fotografiarnos, cosa que no podemos hacer muchas veces. Desde el alto la vista era impresionante, el cielo estaba totalmente despejado y con un azul intenso y limpio de los días de invierno. Los pueblos no se veían por ningún lado y las montañas que acostumbramos a ver siempre, lucían  con otro look diferente. Parecían islotes solitarios que sobresalían por encima del mar, en este caso, de nubes, y solo se veían las cumbres más altas.
Así desde allí, pudimos ver como sería nuestra comarca si nos invadiera el mar de repente... y veíamos al fondo y hacia el SO la cima y la cuerda de Abantos  hasta Cuelgamuros y la cruz del Valle de los Caídos, como un islote alargado sobre el océano, pero cuando subimos un poco más y dimos la vuelta a los primeros pinos, el espectáculo fue soberbio.... la panorámica se abrió un poco más y pudimos verlo con más amplitud, todo el mar de nubes se extendía a nuestros pies, y las otras cimas que había a la derecha de Abantos, que antes no veíamos, ahora las veíamos... y fue alucinante ver parte de la Sierra de Guadarrama desde aquí. Veíamos los cerros que había por encima de Guadarrama y la Jarosa,, el Alto del león a pie de playa, y Cabeza Líjar y Cueva Valiente ya un poco más elevados,  después la cuerda de La Peñota, con el Cerro de Matalafuente y la Peña del Cuervo y finalmente el pico de La Peñota. Es islote aislado ya se convirtió en un archipiélago, en el que los picos más altos, sobresalían sobre el mar de nubes y los cerros entorno a los 1500 metros, casi casi, no se veían... la sensación era muy extraña, acostumbrados a verlos siempre por encima de nosotros, desde abajo, ahora  era como si fuera otro lugar, otro paisaje, diferente, y sobre todo otras sensaciones. 
Aprovechamos para tirarnos unas fotos, ambos,  y cogimos el coche hacia nuestro destino, pero no sin antes pararnos otro par de veces. Pensamos que iba a verse mejor cuanto más arriba estuviéramos pero no fue así, aunque desde arriba se ve mejor el mar de nubes, los giros que hacen las montañas que suben hacia el puerto, nos quitaban la amplitud del valle y de la vista hacia el sur, donde seguramente las nieblas llegarían hasta la capital. Así que en ambos sitios tiramos un par de fotos,,, y nos fuimos con la sensación de haber disfrutado de un momento único, de esos que recuerdas toda la vida, y que  si no tienes la suerte de pasar en ese momento por el lugar adecuado, en el momento adecuado... pues no lo habríamos visto ni disfrutado.
Eso sí, como era normal, al subir la nieve hizo acto de presencia, y nos dio otra vista diferente a la anterior, y enseguida se acabó todo, en cuanto pasamos el puerto, y vimos la otra cara de la Sierra, la segoviana, estaba el día claro, y sin niebla. Totalmente limpio, y las cosas, como se puede ver en este artículo, cambian de repente y rápidamente en la montaña.

Esto es lo que dio de si la sorpresa de este mar de nubes que pudimos disfrutar Ezequiel y un servidor. Las nieblas como ya dije en otro artículo no hace mucho tiempo, no son muy frecuentes en este lado sur del Guadarrama, que es mucho más seco y menos frío que el lado norte, donde si es más frecuente este meteoro. Aún así, de vez en cuando nos viene a visitar, formando unos paisajes diferentes de nuestra querida Sierra de Guadarrama y de los pueblos serranos. Y que además nos hace soñar con situaciones idílicas para el recuerdo y la melancolía, solo pensar que ahí abajo están nuestros pueblos y nuestras vidas, todas ellas debajo de este mar de nubes, y solo la sensación que desde allí arriba sientes, al no verlos, te da desasosiego, solo al ver un paisaje tan conocido por todos nosotros, como son las cimas de nuestras montañas, sin la otra parte de la sierra, sus pueblos. Eso nos demuestra que todo ello junto forma un único paisaje,  un único territorio. Nuestra sierra nos muestra cada día montones de paisajes diferentes,  en cada rincón de sus montañas y valles, en la línea de cumbres y en el fondo de los valles, y en eso estamos, en darlos a conocer y en mostrar todo lo que tienen de belleza y su valor ecológico, paisajístico y cultural.














Estas últimas 3 fotos son ya arriba en el Pto de Navacerrada

sábado, 7 de diciembre de 2013

ENTRE LOS SUEÑOS Y LA REALIDAD, POR LOS SIETE PICOS...

      Hoy he vuelto a visitar a un viejo amigo, en este caso, fui en compañía de Ezequiel, un amigo que llevaba tiempo esperando para poder salir juntos, y por fin se dio el momento de hacerlo.  Habíamos quedado un par de días antes, y parecía que iba a hacer un buen día, según las previsiones meteorológicas. La semana anterior había hecho mucho frío y había nevado mucho hasta en zonas bajas, así que era el momento adecuado para ir a pisar nieve, en la Sierra de Guadarrama,  era la primera nevada importante del otoño. Al fin, llegó el momento, y el día no estaba bueno, estaba increíble, absolutamente despejado, ni una nube, un poco de frío de primera hora de la mañana... pero nada nuevo. Habíamos quedado en su casa en Camorritos, una zona preciosa de Cercedilla, y enseguida comenzamos a andar.. nos alejamos de las casas, y cogimos el sendero de gran recorrido GR-10 que salía de la parte de atrás de las casas ya metidas en el pinar de Siete Picos. La senda se la conoce como vereda de Las encinillas...,y en principio, yo tenía recuerdo de que era muy empinada y difícil, pero no fue así, la perspectiva de los años pasados, desde entonces, me hacía tener ese mal recuerdo, pero aunque es bastante exigente, no fue nada serio. Enseguida los dos nos sumergimos en el interior del bosque,  sin hablar demasiado, porque el camino no dejaba respirar demasiado,  y tras una corta subida, y rápida,  en el primer claro del bosque, nos asomamos a ver como era el mundo desde fuera del pinar...
íbamos caminando con el olor inconfundible de las jaras que en las zonas más despejadas del sotobosque dominaban en esa zona, para sorpresa mía...nunca había visto tantas jaras en un pinar de la sierra de Guadarrama, y su olor nos llevaba en volandas por el sendero. La vista era espectacular, sobre el valle del Guadarrama,, y en primer término se veía el montecito que forma Camorritos, lleno de robles melojos, con su precioso manto otoñal, de color beige oscuro... y al fondo del valle, las hogeras de los jardineros dominaban el paisaje del valle, tranquilo y dormido tras la helada de la noche, es el momento de quemar las hojas del otoño, tras los fuertes vientos racheados del norte de la semana pasada y las nieves. Siempre hay cosas interesantes que ver desde cualquier atalaya de nuestra sierra, pero en la montaña, a poco que vas subiendo, la perspectiva cambia, y desde aquí, se podía observar como el humo de las hogueras, no ascendía hacia arriba. Subía un poco y en seguida se topaba con el anticiclón, y la barrera de sus poderosas masas de aire, y los humos se difundían poco a poco por debajo de las altas presiones. Esto es algo muy común en la sierra, en invierno, pero verlo así de forma tan explícita.. es muy interesante. Seguimos camino hacia arriba, y como hoy iba con un experto en la zona, yo iba detrás, enseguida llegamos a una bifurcación del sendero, y Ezequiel, me explicó que íbamos a coger este sendero a la derecha que iba más derecho que el otro hacia nuestro destino final, y yo le seguí sin rechistar. No hay nada mejor que caminar con un experto en la zona, que te va a llevar por el mejor sitio posible, y además intentando ir por sitios nuevos,,, desconocidos para mi. Dichosa mi memoria que no recuerda el nombre del mismo, pero el caso es que seguimos bajo los pinos silvestres protegidos del viento y el sol... y no se veía muy bien por donde caminábamos... no había referencia alguna. Al poco rato, en un claro del bosque, dominado por unas rocas de granito, me salí del camino y me asomé para ver exactamente donde estaba... mientras Ezequiel seguía caminando a su ritmo, tranquilo pero sin parar ni un momento, como dicen los que saben de esto de caminar, que se debe de hacer. Como era normal, para él este tramo tan conocido de haber pasado por allí mil veces, no tenía gran interés...
parecía, pero yo me paré a ver donde estaba y desde allí la vista de los Siete Picos era magnífica,  y nuestro destino final, parecía muy lejano aún...el sendero transcurría dominado por los pinos silvestres, pero había muchos corralillos de melojos, por toda la zona, mostrándonos una pista de la vegetación autóctona que existía aquí antes de los pinos...y poco a poco comenzamos a pisar nieve.
Mi compañero de viaje hoy, era muy callado, no perdía el tiempo parándose ni hablando, y así la marcha era lenta pero se avanzaba mucho. Solo paraba cuando veíamos algo que tenía cierto interés para ambos.. y tras un breve comentario, seguíamos camino adelante. Como siempre, para hablar ya estaba yo...jeje... aunque de momento no hablé demasiado...enseguida llegamos al camino que yo conozco como la Senda Herreros, y según me explicó él, tenía otros nombres para los autóctonos de la zona, ya se sabe que esto de los nombres, es algo del saber popular, y no se debe entrar en discusión con ello , sobre todo con un lugareño, podrías salir mal parado...y con una clase de geografía local, que alucinas. En este punto, mi compañero de viaje me propuso dos caminos para subir a Majalasna, que es el pico descolgado de Siete PIcos y según Ezequiel, el primero de los siete, y así lo transcribo yo, para que no haya dudas...estábamos muy cerca de Navarrolaque, y podíamos coger el camino tradicional de subida a la cima de la montaña, o subir por un camino que subía al lado del arroyo Polvito, que ya habíamos atravesado antes... que subía más directo y además la nieve estaba virgen y con menos hielo. Ambos  decidimos subir por este último, que era más bonito y más directo además de nuevo para mi. Esta sensación para mi la tenía ya casi olvidada, porque siempre soy yo el guía y el que lleva la voz cantante, y se por donde voy y a donde quiero ir, pero en este caso me sentí bien,
recorriendo otros caminos desconocidos y siempre con curiosidad, y fijándome en todos los detalles. El camino tenía mucha pendiente, y subía prácticamente sin descanso, pero para todo montañero que se precie, caminar sobre la nieve limpia y virgen, sin pisadas, y cada vez más abundante es una pasada. Un poco más arriba, nos cruzamos con el camino que subía hacía la cima, citado anteriormente, marcado sobre los pinos con marcas circulares amarillas, y tras comprobar que el sendero estaba muy pisado y lleno de hielo, decidimos seguir por el mismo que llevábamos, siguiendo el arroyo y en mejor estado como ya dije antes. El camino, que prácticamente no llevaba marcas, salvo alguna piedra encima de las rocas, se intuía muy bien, íbamos caminando entre  enormes pinos silvestres de más de 20 metros de altura y centenarios al parecer, según la envergadura de sus troncos. Parecíamos auténticos enanos a su lado, pero nos iban indicando el camino, que cada vez se tornaba más empinado y lleno de piedras sueltas, pero que al darnos la vuelta y ver lo que habíamos subido en apenas hora y media, pudimos comprobar su eficacia, y su dirección  acertada. Se intuía la cumbre que antes os mencioné, porque mirando al fondo, en el cielo no se veía más montaña, y al poco rato cruzamos el arroyo, y al subir prácticamente por su cauce, lleno de piedras que no veíamos, tapadas por la nieve, el arroyo se sentía por debajo, estaba muy cerca de su nacimiento y por lo tanto , de la cima de Majalasna. Seguimos hacia arriba, y en un momento dado, dejé un poco subir a mi compañero, y me acerqué a ver algunos detalles que vi en el camino, es algo que a mi me encanta, mirarlo todo y sentir el poder de la naturaleza en los elementos, las vistas iban cambiando a cada momento y daba gusto mirar por todos los sitios. Estaba claro que lo más bonito iba a estar allí arriba, pero a mi me gusta parar un poco y observar, y disfrutar claro.
A la izquierda del camino , se iba despejando el bosque, que cada vez era más disperso y por lo tanto se abrían las panorámicas de la Sierra, así, en un momento, pude ver el pico de La Peñota, desde un  prisma muy diferente al que estamos acostumbrados, se veía como un pico solo, y con forma de cono, de cima... y es que como dije antes, cambian mucho las cosas según desde donde se miren.Todo a nuestro alrededor iba cambiando por momentos, muy cerca del camino, me gustó ver como el bosque gozaba de buena salud, al ver junto a los enormes ejemplares de pinos,  los retoños más pequeños, que parecían luchar por su posición...y la luz. Es todo lo que ves tan interesante que tienes que ir avanzando o no llegarías nunca a tu objetivo.
      Ya se podía ver la claridad al final del camino, solo nos quedaba el último tramo, que parecía más agreste y salvaje, la nieve ya lo cubría todo por los suelos, y las rocas se podían ver cada vez más ocultas por la nieve. En este último tramo, según mirabas a los lados, parecía estar la nieve recién caída, no había ni una pisada y todo estaba tranquilo y en paz. Era como si se parara el tiempo, de repente, y sintieras ganas de saltar a la nieve

      Ezequiel siguió el camino de nuevo mientras yo miraba un par de detalles que me habían llamado la atención. Subíamos por la ladera sur de Siete Picos, y esta ladera está expuesta al sol, y por lo tanto la nieve dura mucho menos que en el norte y se producen en las rocas que afloran en cantidad, numerosos elementos de la acción erosiva del hielo en la roca, en el granito, como por ejemplo la formación de carámbanos o estalactitas de hielo, al derretirse la nieve por el día al darle el sol y por la noche congelarse.




El poder tocar estos efectos del modelado del relieve, en la roca granítica, en las cimas de estas montañas, es algo muy interesante de ver,  y además ver los efectos que producen en las rocas, como se parten por la acción de cuña en las rajas de la roca. Tal es la fuerza del agua cuando se congela dentro de ellas que logra partirlas. Es algo increíble.

    Después de observar estos pequeños detalles, subí rápidamente este último tramo para unirme a mi compañero, que ya estaba encaramado a unas rocas al pie de la pradera. La subida había sido exigente, pero muy directa, y al subir, sentimos calor a pesar de las bajas temperaturas, con tanta ropa que llevábamos, pero al llegar a este punto, hacía frío, ya no había protección de los pinos y el viento venía directamente del norte, enrabietado. En esta pequeña atalaya vimos ya todo el valle y el barranco que desde arriba,  con un fuerte desnivel llega hasta el pueblo de Cercedilla.
La vista panorámica era increíblemente bella, y limpia. A un lado , hacia el suroeste, se veía con toda nítidez  la cumbre del Monte Abantos y las más pequeñas de Las Machotas,  y toda la cuerda que va desde Abantos hasta Cabeza Líjar, después la cima de La Peñota, y la de La Peña del Águila, y en un primer plano abajo, Navarrolaque y las cercanías del pico de Majalasna.

Hacia el norte podíamos ver el panorama de los 6  picos restantes, totalmente nevados y helados, y el sinfín de picos menores y rocas de las más diversas formas que se ven desde tan cerca, entre los picos mayores.
Una espectacular panorámica de esta preciosa montaña, desde muy cerca, con el bosque de pinos que tiene delante, dominando el paisaje de la pradera de Majalasna hasta los riscos de Siete Picos. Y orientado hacia el NO desde donde estábamos, la pradera y pico de Majalasna que es un lugar verdaderamente interesante, y espectacular en todas las épocas del año, y ahora luce sus mejores galas con el manto blanco que lo cubre casi todo. Este lugar, tiene un encanto especial, tanto desde lejos, como desde allí mismo. Todo el mundo pregunta sobre los 7 picos que tiene desde lejos la montaña, pero el pico descolgado siempre despista a propios y extraños. Y la verdad es que este precioso pico, nos permite disfrutar del panorama de los seis siguientes con una relativa perspectiva, que le da una grandiosidad especial al resto de picos.
 En un principio pensamos en este lugar como nuestro objetivo del día, llegar hasta aquí y disfrutar del lugar, tirando fotos y tomando algo antes de bajar, pero debido al día tan espectacular que estábamos teniendo, al llegar allí, decidimos intentar subir arriba, si no había mucho hielo, aunque esto supusiera alargar la ruta un par de horas más.
Eso si, antes de seguir camino hacia arriba, estuvimos un buen rato divirtiéndonos con los juguetes que nos habíamos traído ambos...cámaras , caballetes, grabar vídeo, tirar fotos, y disfrutar de ese precioso entorno. Todo resultó fácil, en un lugar como este, lo pasamos en grande, y resultó difícil salir de allí...al fin, después de mucho rato disfrutando, decidimos arrancar, y subir hacia los picos.
Yo sabía que lo hecho hasta ahora, iba a quedar en segundo plano, con lo que íbamos a ver a partir de ahora. Ya lo había hecho otras veces, y el final prometía ser apoteósico. Comenzamos a seguir el camino hacia el segundo pico, desde la pradera, y en un primer momento, los paisajes y las formas de los pinos cada vez más retorcidas, y sus ramas absolutamente congeladas,  nos obligaban a parar a cada paso que dábamos, las fotos se disparaban solas y después de un buen rato sin avanzar debido a esto, decidimos seguir sin parar un buen rato porque sino ,,, no llegaríamos arriba. Pero claro, como se puede hacer esto si a cada momento ves otro lugar, otro rincón, llenos de magia, y de belleza, si nos quedábamos atónitos cada 50 metros  sumergidos en este bosque encantado,  que no dejaba de sorprendernos.
 Las ramas de los pinos, parecían estar en el suelo sujetas por el hielo, como si estuvieran pegadas, y debido al peso de la nieve helada, formaban pequeños escondites  en los que  era difícil entrar sin tocar algo, y más difícil aún era salir, de lo bonito que se veía todo. A partir de aquí el blanco meteoro fue el dominante absoluto, todo , absolutamente todo estaba blanco..y según íbamos subiendo, a cada momento, la montaña y todo lo que siempre está alrededor de ella, se tornaba diferente, y lleno de vida. Todo estaba precioso, no sabíamos a donde mirar. En particular este tramo de la ruta del pico de Majalasna, hasta la cumbre, es una verdadera preciosidad,  porque además de la belleza de la nieve, el hielo y los pinos, según se va subiendo, se le añaden las vistas que tenemos desde allí, de todo el valle, y de los pueblos cercanos, además de la cuerda de la Sierra hacia el suroeste.
LLegados a este punto, la subida fue muy interesante desde el punto de vista visual, a partir de aquí los detalles de los efectos de los agentes externos sobre las rocas , sobre los pinos y sobre todo lo que se veía alrededor eran más evidentes y mucho más extremos, además de muchísimo más bellos y sorprendentes. El panorama que se abría a nuestros ojos era grandioso, los pinos, aunque ya habían pasado unos días de la nevada, aún estaban prácticamente blancos, pero en las zonas orientadas hacia el sol, se podían ver trozos de rama verdes, y también los troncos y ramas anaranjados de los pinos silvestres resaltaban sobremanera sobre el blanco de la nieve y el azul del cielo. Este aspecto un poco más amable solo respondía al pequeño detalle pero muy importante, de que estaban mirando al sol, al sur. En cambio, las partes del pino que dan al norte, sean ramas, sea el tronco, estaban absolutamente congelados, y con unas formas realmente espectaculares por el efecto de vela en los objetos, debido al viento, y que curiosamente, estas formas no se forman con la dirección del viento, sino la contraria al viento.
El efecto visual es muy bonito y espectacular, formando cristales de hielo en forma de agujas horizontales paralelas al suelo, y sujetadas a las ramas y al tronco por el hielo reinante y por la ausencia prácticamente total de la incidencia de los rayos del sol sobre ellos. Este momento de la ruta, era realmente emocionante, íbamos caminando entre verdaderos fantasmas vivientes que parecían dormidos, o a veces muertos, debido al duro lugar en el que sobreviven,  a duras penas. El viento aquí es infernal, y el invierno, muy largo y duro. El pino silvestre es una especie perfectamente adaptada para aguantar el frío y las bajas temperaturas, soportando las fuertes heladas invernales, y el viento pero en este lugar, ya muy cerca de los 2000 m de altitud, además de todos esto, la especie está en el límite de supervivencia, en el límite del bosque, y por eso necesita adaptarse a este medio tan hostil, para una planta, cualquiera que sea.
A mi me gusta observar las adaptaciones de las plantas al medio en el que viven, y siempre, en este lugar y en las montañas en general, cuando se acercan al límite de altitud, vemos como los pinos, se hacen más retorcidos, y más bajos, con sus ramas siempre orientadas al sur, para aprovechar el sol al máximo, y para que el viento les haga el menor daño posible. Por eso cuando ves toda una ladera alta, en nuestra Sierra de Guadarrama es fácil observar como estos ejemplares están todos torcidos hacia el sur, con los troncos pelados hacia el norte, y con las aciculas y zonas verdes del pino, hacia el sur. Quizás estas pequeñas adaptaciones le permitan al duro Pino Silvestre, sobrevivir en este desierto helado durante 3 0 4 meses,  y subir un poco más el límite de su supervivencia. Pero siempre resulta sobrecogedor verlos en directo, con tus propios ojos, con sus ramas retorcidas y sus troncos helados. Aunque desde luego, la belleza de estas estampas invernales en nuestra Sierra de Guadarrama, es impresionante. En fin, que con tanta emoción me he olvidado totalmente de lo que estaba contando, me sitúo de nuevo y vuelvo a la realidad, en la subida a la cima de los Siete Picos, donde dos enamorados de la naturaleza y de los Siete Picos, y nuestra sierra, disfrutaron enormemente de postales de una gran belleza y de paisajes desolados y arrasados atrapados por la nieve. Parece mentira que luego cuando volvemos en verano, todo esté tan lleno de color y de vida. Ramas de cuento, fuentes tapadas por la nieve, refugios naturales bajo los pinos, y vistas panorámicas alucinantes sobre el valle. Todo esto lo pudimos ver en muy poco trecho,  llenando nuestros ojos de preciosas imágenes y de profundas emociones. Es difícil de describir, lo que sientes en ese lugar tan enormemente bello. Te sientes , en el paraíso, y entonces, surge la magia y se para el tiempo.


Por un momento, pareces estar volando , como en una nube. Y no haces nada más que disfrutar, del silencio, de la paz que reina en un lugar tan inhóspito y tan duro, pero al mismo tiempo tan bonito y tan alucinante. Y te dejas llevar, te lías a tirar fotos, y parecíamos dos niños pequeños señalando a cada momento algo espectacular, que has visto, y compartiéndolo con tu compañero. Mira esto, esta roca, este pino, la luz, la pureza, las formas del hielo, los paisajes, esto  es la montaña, es el sentirte cerca del cielo, y de la cima,  sentirse un niño corriendo por la nieve, y sentirte libre, lleno de vida y de felicidad.









Ramas evocadoras, invitan a reflexionar debajo de ellas...




Fuente Paquito Ochoa

 
La Peñota enmarcada por estos hermosos pinos nevados


                                                                                         


























Ezequiel disfrutando
Pero como siempre, cuando llegas arriba del todo, y crees que no podías ver nada más bonito de lo que has visto ya... la naturaleza te sorprende, y llegamos a la cumbre, y entonces, la montaña da otro giro más si cabe a las cosas. Es solo unos metros más arriba, pero en cuanto te asomas a la cima, el viento cambia, hace frío, y te tienes que abrigar. Los Pinos ya no están nevados, están desaparecidos, bajo el hielo, todo está blanco, impoluto, bajo el cielo azul impresionante de los días de invierno, limpio y claro, ni una nube y sorprendentemente no está helado el suelo...las formas se acentúan, son más agresivas y más grandes, más espectaculares y como no, arriba del todo, solo está el cielo por encima de todo, los pinos ya no están, se quedaron un poco más abajo, aquí no pueden ya vivir, son solo unos metros pero suficientes para que no puedan,,, ya más...es el reino del hielo, y de la roca. Todo ello adornado por el blanco meteoro y las formas alucinantes de los hielos perfilados por los fuertes vientos. El aspecto invernal de una montaña impone, da miedo, y hay siempre que tener precaución sobre su estado, puede ser peligroso y sorprenderte, y tener un accidente.Y bueno, llegamos al final, estas imágenes sorprenderán a algunos, por lo impresionantes y bellas que son, y por ese aspecto invernal, y alpino de la montaña de nuestra preciosa Sierra de Guadarrama, en pocos kms, el cambio es espectacular y el paisaje asombroso. Ahora voy a dejar de escribir un rato y vamos a disfrutar de estas preciosas imágenes.
Últimos pinos llegando a la cima 

                                       











Detalle de las ramas congeladas debajo de un pino


Profundidad de campo en la foto, al fondo Cercedilla.














Curiosas formas de hielo, en una rama de pino silvestre.


y la roca se convirtió en hielo...















desde uno de los picos, el Montón de Trigo y la Mujer Muerta.














...en el tercer pico,y al fondo la Ventana del Diablo...
Todo un mundo de hielo, y desde luego, para los amantes de las montañas, el haberlo visto en distintas estaciones, te hace sentirlo aún más diferente, y más impresionante. A veces, no se hace uno a la idea de ver las montañas así de nevadas tan de cerca, recuerdo que de pequeño, creía que era imposible subir a una montaña en estas condiciones. Y soñaba con algún día poder verlo yo, como algo imposible... y no dejo de sorprenderme de haberlo hecho en varias ocasiones, solo el pensar que debajo de ti a veces hay tres metros de nieve, es algo increíble, y que no te hundas...,tengo la suerte de que algunos de mis sueños se han convertido en realidad, y este era uno de ellos.Es todo tan bonito, tan diferente, y tan salvaje, que uno baja de estos sitios, como atontado, y fuera de la realidad, como si hubieras estado en un lugar lejano, y muy hermoso, donde creías que nunca podrías estar. Al final, como todo, el tiempo se agota, y allí arriba, las cosas cambian con mucha facilidad y velocidad, se veía despejado totalmente por todos los lados, pero a la hora de comer, cuando llegamos a la Ventana del Diablo, en unos minutos, vimos crearse un banco de niebla de la nada, en el bosque de Valsaín, y la niebla nos invadió rápidamente, y nos trajo otra bonita estampa invernal de la montaña...con niebla, le da aún un toque más inestable y etéreo, los bancos de niebla se sucedieron rápidamente y no nos dejaron ver el otro lado, el Peñalara y la Cuerda larga, y además nos impidió comer a gusto en la cima, pero nos dejó unas cuantas imágenes realmente preciosas de esta ruta, con niebla, ahora voy a mostrar algunas de ellas.

...en la cima de los Siete Picos, con 2138 m. de altitud, justo antes de que llegara la niebla...

los otros picos se fueron ocultando entre la niebla


























formas de la nieve y el hielo, originadas por el viento













Todo el valle del Guadarrama, y los pueblos serranos al fondo,abajo, en el profundo precipicio de 800 m. entre los picos y los pueblos.













         
                       












La roca totalmente helada, parece pintada










Formaciones de hielo sobre las rocas















Aspecto invernal de la Sierra de Guadarrama.













Corre, corre que llega la niebla...

Pero no pasa nada, solo tienes menos visibilidad, y unas imágenes tan bonitas como esta













La Ventana del Diablo totalmente decorada.













Finalmente y con mucho pesar, Ezequiel y un servidor, bajamos rápidamente a nuestro lugar de salida, llegamos casi de noche pero con una enorme satisfacción de haber compartido un día inolvidable, y con muchas ganas de compartirlo y disfrutar de lo que vimos y disfrutamos con nuestras fotos, vídeos y comentarios, este último momento de la ruta espectacular por los Siete Picos, es nuestro pequeño momento... el de los dos locos de la Sierra de Guadarrama, de las fotos, de las piedras, los hielos, que disfrutaron allí solos, en el paraíso por un momento, sin molestar a nadie, y sin prisas,....                    
Ezequiel en un marco incomparable....


Luis alucinando en una cueva natural...

Pasión con todo lo que hace


























Como os podéis imaginar, en un sitio así, las fotos salen solas, y en este caso el que más sale es Ezequiel, por que son mis fotos...y yo les tiro fotos a los demás... aunque alguna mía hay. En fin un lujo de ruta, para guardar en nuestros archivos importantes, merece la pena hacer un esfuerzo para poder disfrutar de un lugar tan bonito e interesante en nuestra querida  Sierra de Guadarrama, eso si, siempre con mucha precaución y con la ropa y los elementos necesarios para  evitar el frío, el viento, la nieve y el hielo.

a mi me gusta salir poco en las fotos y mejor de lejos...
en la Ventana del Diablo.















Paisajes nevados en la Sierra de Guadarrama, llenos de paz y armonía, sin coches ni remontes, y sin aglomeraciones. Todo está en calma, solo las personas que aman estos lugares , y que los conocen bien se atreven a introducirse en este peligroso lugar, que es un desierto helado, muy deshabitado y desprovisto de comodidades y donde la naturaleza aguarda escondida debajo de los hielos, a que el sol cálido de la  primavera y la belleza y la vida vuelvan a colonizar estos rincones de nuestra tierra.