sábado, 21 de diciembre de 2013

LA BELLEZA DE UN MAR DE NUBES.

Hace unos días, subiendo el Puerto de Navacerrada con mi amigo Ezequiel, mientras charlábamos de camino al bosque de Valsaín , al subir por el Ventorrillo, tuvimos la suerte de encontrarnos con un fenómeno meteorológico muy interesante y poco frecuente en la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama.
Aún no habíamos entrado en calor, dentro del coche, cuando nos dimos cuenta, del maravilloso espectáculo que se abría ante nuestros ojos, en la zona baja del Valle del Guadarrama y hasta que alcanzaba el horizonte, un mar de nubes bajas o nieblas se podía ver desde las zonas altas de la Sierra de Guadarrama. Estas nieblas habían engullido los pueblos serranos y parte de la rampa de la Sierra,  y nosotros nos encontrábamos por encima de ellas, y en el primer lugar en el que pudimos aparcar el coche, nos bajamos los dos, con entusiasmo y gozo, para admirarlo, y fotografiarlo. Resulta difícil de explicar el por qué de esta emoción, pero la verdad es que los dos nos miramos a los ojos en el coche cuando lo vimos, y no nos preguntamos ni siquiera si íbamos a parar o no... se daba por hecho. La belleza de un fenómeno meteorológico como este,  y el paisaje impresionante que nos deja,  no nos dejó lugar para la duda, y ni siquiera pensamos en si se nos haría luego tarde o no, para la ruta... salimos a disfrutar y era lo que estábamos haciendo en ese momento. 
De pequeño, siempre soñaba con poder contemplar con mis propios ojos un momento como este, bello y singular como pocos, había visto fotos del fenómeno en algunos libros de fotografía, pero yo quería verlo.... y  de paso, tirar unas fotos, claro. Tal era mi obsesión que me llevo a comentárselo a un amigo que por entonces trabajaba en el Puerto de Navacerrada, haciendo churros para los amantes del esquí y de la nieve. Este amigo mío era de Cercedilla, y le llamaban el "Piño", mote parrao familiar,  y aprovecho para decir que guardo de él muy buenos recuerdos pasados juntos. Recuerdo que me dijo, no te preocupes que yo todos los inviernos veo muchos desde el puerto, y si veo alguno pronto, te aviso para que subas a verlo y a tirar fotos.  Y así fue, un día me llamó, a medio día y recuerdo que salí disparado con mi coche hacia el puerto para poder hacerlo... y fue un día festivo para mi. Logré verlo, y fotografiarlo, pero era mi inicio en este tema de la observación y la fotografía.  Total, que de esto hace ya más de 20 años, y ya he logrado ver más de uno en la Sierra, y a pesar de ello, cuando vuelves a verlo y depende de tu situación... el paisaje que ves desde arriba, es realmente espectacular. Así que cuando ahora veo uno y encima con un día tan bonito como el que teníamos hoy, no me lo pienso dos veces y me recreo en mi obsesión, y en la felicidad que siento de poder verlo con calma y sin nadie que me esté recordando la hora... como esta vez, con Ezequiel, en el que los dos pensamos lo mismo.
Recuerdo que aparcamos el coche y salimos los dos corriendo con las cámaras fotográficas preparadas, y sin abrigarnos siquiera,  no fuera que se disipara rápidamente ante nuestros ojos como ocurre otras veces. Subimos en un alto de la ladera de la montaña a ver qué vista panorámica teníamos, y enseguida nos dimos cuenta que íbamos a tirar unas buenas fotos del momento, estábamos ambos ilusionados intentando sacar la mejor toma, y nos movíamos rápidamente de aquí para allá, buscando la mejor posición, y el resultado fue magnífico, porque además al ser dos, podíamos fotografiarnos, cosa que no podemos hacer muchas veces. Desde el alto la vista era impresionante, el cielo estaba totalmente despejado y con un azul intenso y limpio de los días de invierno. Los pueblos no se veían por ningún lado y las montañas que acostumbramos a ver siempre, lucían  con otro look diferente. Parecían islotes solitarios que sobresalían por encima del mar, en este caso, de nubes, y solo se veían las cumbres más altas.
Así desde allí, pudimos ver como sería nuestra comarca si nos invadiera el mar de repente... y veíamos al fondo y hacia el SO la cima y la cuerda de Abantos  hasta Cuelgamuros y la cruz del Valle de los Caídos, como un islote alargado sobre el océano, pero cuando subimos un poco más y dimos la vuelta a los primeros pinos, el espectáculo fue soberbio.... la panorámica se abrió un poco más y pudimos verlo con más amplitud, todo el mar de nubes se extendía a nuestros pies, y las otras cimas que había a la derecha de Abantos, que antes no veíamos, ahora las veíamos... y fue alucinante ver parte de la Sierra de Guadarrama desde aquí. Veíamos los cerros que había por encima de Guadarrama y la Jarosa,, el Alto del león a pie de playa, y Cabeza Líjar y Cueva Valiente ya un poco más elevados,  después la cuerda de La Peñota, con el Cerro de Matalafuente y la Peña del Cuervo y finalmente el pico de La Peñota. Es islote aislado ya se convirtió en un archipiélago, en el que los picos más altos, sobresalían sobre el mar de nubes y los cerros entorno a los 1500 metros, casi casi, no se veían... la sensación era muy extraña, acostumbrados a verlos siempre por encima de nosotros, desde abajo, ahora  era como si fuera otro lugar, otro paisaje, diferente, y sobre todo otras sensaciones. 
Aprovechamos para tirarnos unas fotos, ambos,  y cogimos el coche hacia nuestro destino, pero no sin antes pararnos otro par de veces. Pensamos que iba a verse mejor cuanto más arriba estuviéramos pero no fue así, aunque desde arriba se ve mejor el mar de nubes, los giros que hacen las montañas que suben hacia el puerto, nos quitaban la amplitud del valle y de la vista hacia el sur, donde seguramente las nieblas llegarían hasta la capital. Así que en ambos sitios tiramos un par de fotos,,, y nos fuimos con la sensación de haber disfrutado de un momento único, de esos que recuerdas toda la vida, y que  si no tienes la suerte de pasar en ese momento por el lugar adecuado, en el momento adecuado... pues no lo habríamos visto ni disfrutado.
Eso sí, como era normal, al subir la nieve hizo acto de presencia, y nos dio otra vista diferente a la anterior, y enseguida se acabó todo, en cuanto pasamos el puerto, y vimos la otra cara de la Sierra, la segoviana, estaba el día claro, y sin niebla. Totalmente limpio, y las cosas, como se puede ver en este artículo, cambian de repente y rápidamente en la montaña.

Esto es lo que dio de si la sorpresa de este mar de nubes que pudimos disfrutar Ezequiel y un servidor. Las nieblas como ya dije en otro artículo no hace mucho tiempo, no son muy frecuentes en este lado sur del Guadarrama, que es mucho más seco y menos frío que el lado norte, donde si es más frecuente este meteoro. Aún así, de vez en cuando nos viene a visitar, formando unos paisajes diferentes de nuestra querida Sierra de Guadarrama y de los pueblos serranos. Y que además nos hace soñar con situaciones idílicas para el recuerdo y la melancolía, solo pensar que ahí abajo están nuestros pueblos y nuestras vidas, todas ellas debajo de este mar de nubes, y solo la sensación que desde allí arriba sientes, al no verlos, te da desasosiego, solo al ver un paisaje tan conocido por todos nosotros, como son las cimas de nuestras montañas, sin la otra parte de la sierra, sus pueblos. Eso nos demuestra que todo ello junto forma un único paisaje,  un único territorio. Nuestra sierra nos muestra cada día montones de paisajes diferentes,  en cada rincón de sus montañas y valles, en la línea de cumbres y en el fondo de los valles, y en eso estamos, en darlos a conocer y en mostrar todo lo que tienen de belleza y su valor ecológico, paisajístico y cultural.














Estas últimas 3 fotos son ya arriba en el Pto de Navacerrada

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