miércoles, 15 de enero de 2014

CASCADAS EN LA SIERRA DE GUADARRAMA. EL CHORRO GRANDE DE LA GRANJA.

La ruta que os voy a describir hoy es una auténtica joya de nuestra Sierra de Guadarrama, son de estos lugares a los que uno siempre ha querido ir pero nunca ves el momento. Y claro, como todo en la vida, su momento llegó. Y cuando llevas detrás de ello mucho tiempo, lo disfrutas con mayor fuerza. Para empezar,  tenemos que ir en coche hasta el pueblo de La Granja de San Ildefonso en Segovia. Si vienes de la zona madrileña, como nosotros, el camino en coche ya es emocionante y muy bonito, cruzando la carretera a partir de las conocidas siete revueltas, ya bajando del puerto de Navacerrada, todo el bosque de Valsaín.  Ya te vas poniendo en antecedentes. Cuando llegas a La Granja, nada más pasar la rotonda, tienes que girar a la derecha dirección Torrecaballeros, pero enseguida dejas la carretera y hay que callejear un poco por las últimas casas del pueblo. Cerca de la plaza de toros,, y al final de la finca del Palacio de la Granja, no se puede seguir de frente, y hay una carretera de una urbanización señalizada como privada, a la izquierda. La seguimos, y a unos pocos metros sale un camino de tierra no señalizado, donde debemos empezar a caminar. El objetivo de la ruta es ver y disfrutar lo máximo posible del Chorro Grande de la Granja. Si se quiere disfrutar bien de ella, se aconseja visitarla después de un buen episodio de lluvias,  y lo podrás ver en todo su esplendor.

El robledal, lucía así de bonito en pleno invierno...
En el  primer tramo del camino, atravesamos un bello robledal, muy tupido, con un montón de hojas en el suelo, que nos indican que estamos en un bosque caducifolio, claro eso depende de la época del año en la que vayas, nosotros fuimos en Enero, y  contra todo pronóstico, no hacía frío.  Una vez  más, mi compañero de viaje fue Ezequiel, y nosotros íbamos tan felices entre los robles y las hojas secas, mirándolo todo y observando con ojo de halcón, todo lo que nos llamaba la atención. Entre otras cosas, nos gustaron mucho los líquenes que tenían los troncos de los Melojos, que además de ser muy abundantes, eran muy exhuberantes , lo cual indicaba una calidad atmosférica muy grande, y un grado de humedad durante mucho tiempo, muy alto.
Los líquenes, muy desarrollados.
Todo este primer tramo es muy suave, y también el camino parece estar enmarcado a los lados por los robles melojos, casi como fantasmas en esta época del año, con sus ramas semidesnudas,  y con unas formas fantasmagóricas. El camino no tiene pérdida, no obstante, no conviene despistarse, y seguir el camino más transitado, pues no hay marcas y salen algunos senderos a los lados, que se ven menos frecuentados. Poco a poco,  los pinos silvestres van salpicando primero dispersos, y luego más frecuentemente, el robledal. El colorido cambia, y aunque estemos en una época muy poco colorida, llaman la atención los pinos sobre los robles, desnudos, sin hojas y sin el verde...
Los pinos silvestres se iban mezclando con los
Melojos.
contrastan mucho los pinos silvestres, con colores más vivos, naranjas en la  parte alta de su tronco y ramas y verde oscuro en sus acículas. Mientras Ezequiel veía leña, yo miraba los cada vez más hermosos ejemplares de pino Silvestre, cada vez más frecuentes y más altos. No habíamos andado más de 1 km. , cuando nos salimos un poco del camino para ver el río o arroyo, que  estábamos siguiendo desde hace un rato a la izquierda de nuestra ruta. Se veía muy bonito, con muchas cascadas y un buen caudal. Sobre todo lo que era más evidente era el ruido.. escuchábamos un sonido fuerte de agua  en caída libre, ya estábamos cerca. En el corto tramo que habíamos seguido, vimos muy cerca de un regato pequeño un hermoso Roble más que centenario, con un tronco enorme, y un perímetro del mismo impresionante. Y en un momento, en un claro del sendero, vimos la parte alta del Chorro grande.Ya se veía preciosa desde tan lejos, así que imaginé que lo íbamos a pasar en grande... en este día de enero. El día prometía emociones fuertes, pero nosotros, nos paramos en un lugar que ya conocía Ezequiel para disfrutar con nuestros juguetes... las cámaras de fotos y de vídeo. Estuvimos poniéndolas a prueba, antes de llegar al Chorro, usamos los caballetes, las técnicas diferentes para que saliera el agua como queríamos y nos tiramos unas fotos nosotros de recuerdo, en el río que provenía de la cascada.
El Chorro grande desde lejos, en su parte alta.
Como siempre nos entretuvimos un buen rato, pero enseguida, retomamos de nuevo el camino y empezamos a ascender suavemente y sin ver nada, de momento.
Según el aparatito que tenía Ezequiel, solo había unos 2 kms en línea recta desde la salida hasta llegar a la base del Chorro,  así que ya deberíamos estar muy cerca. Poco a poco el sendero se iba haciendo más pequeño, y más cuesta arriba,  pero en un abrir y cerrar de ojos, llegamos casi sin darnos cuenta a la base de la Cascada. El cauce del río era lo bastante fuerte y sobre todo, resbaladizo como para no poder cruzarlo, así que una de nuestras incógnitas se despejó de repente de un plumazo, porque queríamos pasar al otro lado y sacar otras panorámicas diferentes.

Esta imagen fue lo primero que quisieron ver mis ojos a través de mi cámara.
en la base de la cascada. Un verdadero espectáculo .
Pero, qué más da. El sonido era ensordecedor, allí abajo, no podíamos ver la cascada entera desde ningún lugar, porque al no caer totalmente vertical, tenía como varios saltos, y como estábamos muy encima de la cascada, era imposible. Tras el primer momento de tanteo, y de atontamiento general que te produce el ver algo tan bonito y tan espectacular, ambos empezamos a buscar los mejores emplazamientos para las fotos y el vídeo, sobre todo Ezequiel. Yo estuve indagando por las rocas de abajo a ver si podía ver la cascada entera, pero... no pudo ser. El haber ido un día después de unas fuertes lluvias, tiene su precio.
Los carteles son muy claros, avisando del peligro al acercarse a la roca mojada
Por un lado la cascada estaba espléndida, y lucía sus mejores galas, por otro, lo de andar cerca del río con el granito liso y mojado, era una aventura muy peligrosa. Así que estuvimos allí largo tiempo, cada uno a lo suyo y los dos, juntos, a tirarnos las fotos de rigor en la cascada, y os puedo asegurar que nosotros dos, lo de las fotos de rigor, son unas cuantas. Subíamos y bajábamos por las rocas cercanas con mucha precaución buscando una instantánea espectacular, y no parábamos, primero uno, luego otro, y así durante un buen rato.
Ezequiel ya tiene la pose cogida, y siempre sale bien en las fotos...
 El lugar lo merecía, y las fotos desde allí abajo, fueron espectaculares Antes de seguir hacia arriba de la cascada, intentamos acercarnos con las cámaras al final de la cascada, donde rompe con toda su fuerza el Chorro grande. Y puedo decir que fue realmente espectacular acercarse, y muy muy peligroso, la piedra estaba resbaladiza no, lo siguiente. Así que agarrándonos a un arbusto que había a un lado de la piedra, bastante fuerte, pudimos sentir al menos el poder de la naturaleza salvaje, y ese ruido brutal del agua en caída libre.
Por fin conseguimos salir de la base de la cascada, y proseguimos el sendero que bordea la cascada por su margen derecha. Aquí el sendero era más evidente, y de vez en cuando había piedras colocadas encima de las rocas, en forma de hito, que ayudaban a seguir el camino. Pero además, el terreno empezaba a empinarse considerablemente.
Tramo medio del Chorro grande de la Granja.
Los saltos de agua o cascadas suelen ser lugares rocosos en los que el agua ha ido a lo largo de los siglos o milenios, erosionando la roca, formando diferentes saltos de agua que cuando el río baja con fuerza forma las preciosas cascadas. En nuestra Sierra de Guadarrama, al igual que en cualquier cordillera importante, hay muchas cascadas menores, igualmente bonitas, pero no tan espectaculares como esta que estoy describiendo del Chorro Grande. El granito es una roca muy dura, y cuyo efecto erosivo más importante es el del hielo, que va disgregando la roca al entrar el agua por las rendijas y al helarse , aumentar de tamaño y poco a poco la va rompiendo. Por supuesto que el agua y los arroyos y ríos de montaña también las erosionan pero mucho más despacio.
Tramo alto, donde el agua se precipita hacia el vacío
Desde lejos, esta cascada se abre por una ladera que es un bloque entero de granito, sin fisuras, y por donde el río salta, la roca esta lisa totalmente y muy desgastada pero apenas se ven fisuras. Esto favorece la belleza de la cascada, que reparte el agua en varios saltos continuados que parecen derramarse en las rocas, con un efecto óptico precioso. Como iba diciendo, subimos bordeando las grandes rocas graníticas y a mitad de cascada aproximadamente pudimos asomarnos a ver la parte de arriba del Chorro Grande. Nos acercamos, y , bueno, la sensación era  tan espectacular o más como desde abajo. Esta cascada intermedia no se ve desde abajo,  pero desde aquí se veía preciosa. Otra vez sacamos todos los trastos, y volvimos a sacar mil fotos, desde todas las partes imaginables, este lugar era más espacioso que el de abajo, y pudimos contemplar con tranquilidad y sin peligro, la parte de arriba de la cascada  que es verdaderamente espectacular y sobrecoge el rugir de las aguas al romper con las rocas.
Estuvimos allí un rato largo, deleitándonos del momento y del paisaje que formaba la cascada con el granito erosionado y más atrás y a los lados los pinos silvestres dominándolo todo. Finalmente seguimos subiendo el sendero, que en este último tramos se hizo muy empinado, y un poco más complicado, para alcanzar el último tramo de la cascada, donde el agua saltaba al vacío desde arriba, en un salto de 110 mts. aproximadamente de caída al vacío. Después de llegar a la parte de arriba de la cascada, estuvimos un rato fisgando a ver que se veía por allí arriba, y cual fue nuestra sorpresa, cuando nos dimos cuenta que seguían las cascadas... río arriba.
El Palacio de La Granja, se veía de esta manera, entre bosques ahora dormidos
Así pues, decidimos parar un rato para comernos el bocata, en un sitio tan espectacular y tan bonito. Cuando acabamos de comer eran casi las 4 de la tarde, y es que las horas transcurren deprisa mientras tu estás tan entretenido y pasándolo bien, y en invierno, no podemos entretenernos demasiado, que enseguida se hace de noche. Así que dimos una vuelta por las cascadas más cercanas, más pequeñas claro, pero muy bonitas, y decidimos bajar. Pero, quisimos acercarnos al punto en el que saltaba el agua al vacío, para ver como lo hacía desde arriba, y si se veía bien o no.
Queríamos ver el punto en el que el agua rompía la tranquilidad que lleva
ba el río, para saltar al vacío, que no era tal, sino una caída vertiginosa
La verdad es que llegar a ese punto no fue nada fácil, los lisos de la roca son muy resbaladizos y peligrosos, y además con el río bajando a nuestro lado a toda velocidad, daba un poco de miedo, pero buscamos las vueltas para llegar allí y poder ver desde allí arriba, la caída del agua al vacío, y sentirnos un poco como el agua, con ganas de saltar y poder volar por encima de la cascada y verla entera desde el cielo.
Una vez de vuelta al camino,  lo que habíamos tardado más de 5 horas en subir y en disfrutar, lo bajamos en poco menos de una hora. Así que ya veis, que la ruta no es muy exigente ni dificultosa, es muy entretenida y preciosa, y eso ya cada cual, lo hace a su antojo. Pero para los que no son muy andarines, ni se entretienen mucho en estos parajes,  en poco más de 3 horas se puede hacer la ruta entera. Claro, yo me pregunto, quien puede subir a un sitio como este y no estarse media hora mirando el Chorro grande. Si no la conoces, anímate y no te va a defraudar, si vas en época de lluvias o deshielo, mejor que mejor.
Ezequiel y Luis, posando pero sobre todo disfrutando...

viernes, 3 de enero de 2014

RUTAS POR LOS MOLINOS, MADRID. RUTA AL PINO DE SAN ROQUE CON NIEVE.



En estos primeros días del año 2014, quiero escribir sobre la ruta que hice con Ezequiel en los últimos días del 2013 hasta el Pino de San Roque, y el Collado del Rey. Llevábamos unos días intentando quedar para salir juntos por la Sierra de Guadarrama, a seguir viendo cascadas o a cualquier otro lugar, después de lo bien que nos lo pasamos en las anteriores salidas, pero no había manera, el tiempo revolvió antes de la fiestas navideñas y no lo ha dejado hasta el mismo día que escribo estas palabras. Así pues, con este panorama, decidimos hacer una ruta cercana, a nuestro entorno más próximo,  a pisar nieve, ya que además de hacer frío, se veía que a partir de los 1400 metros tendríamos nieve. Puede parecer muy simple el planteamiento, pero para todos los amantes de la montaña, el invierno nos atrae mucho y en este medio tan hostil a veces, en esta estación, el meteoro por excelencia es la nieve y el hielo. Así que salimos tranquilamente a disfrutar de la primera nevada importante del invierno en la sierra, y a ver qué tal se nos daba el día, pues las previsiones no daban demasiado buen tiempo.
enseguida empezamos a pisar nieve, camino de los campamentos.
En un principio estuvimos dudando por donde subir al Collado del Rey, puesto que el día se presentaba muy frío y con viento moderado. Yo quería enseñarle a Ezequiel unos caminos muy bonitos que conozco para subir al Collado y luego al pino, por la zona de Los Molinos, pero son caminos muy mal marcados, que con nieve, sería dificultoso seguir y con niebla y ventisca peor aún. Así pues, los dos pensamos que era mejor ir por los Campamentos de Peñota y el camino habitual que asciende al Collado del Rey desde la caseta de los bomberos que se encuentra al pasar la primera pradera de los antiguos campamentos. Este camino está muy bien marcado por unos puntos rojos sobre los troncos de los pinos, y aunque haya nieve o niebla se pueden seguir perfectamente. Además de ser un camino directo hacia nuestro objetivo, el sendero está trazado bajo el bosque de pinos Silvestres, lo cual, nos daba un cierto resguardo del viento del N0, al estar su trazado en la ladera NE de La Peñota. No es lo más importante en este artículo,  el trazado que vamos a seguir, ya que en mi blog ya describí este sendero y todas sus particularidades en la ruta al Pino de San Roque, al igual que las historias y leyendas de este magnífico ejemplar de Pino Silvestre, y su singularidad, debido a su longevidad y su situación, solitario en la ladera sur de La Peñota, La ruta de hoy, lo que queríamos era visitarle con nieve, y contaros nuestras sensaciones, a través de mis ojos y de las fotos.  
esta es la pradera de los Campamentos, ahora nevada, claro.
Tengo que decir, que este momento en el que decidimos subir a hacerle una visita a este Pino de San Roque, lo primero que sentí fue un pequeño escalofrío, al ver tan cerca, la posibilidad de poder estar allí por fin, con nieve. Es algo que soñaba con poder vivir desde que era pequeñito... cuando veía el pino desde mi casa o desde el pueblo, y pensaba que sería misión imposible. Era un pequeño sueño de mi niñez que en este día podría hacerse realidad, y claro, este hecho, hacía de la ruta de hoy, un momento muy especial para mi. Como podéis ver, la motivación para un montañero, es muy importante, y lo que puede parecer un simple paseo por el monte, muchas veces es un momento inolvidable y muy especial para ti. Asi que, bajo esta premisa, las emociones prometían ser fuertes, y poco a poco, veía más cerca el momento de cumplir ese sueño. Todo esto Ezequiel no lo sabía, así que ...yo no desvelé este pequeño detalle, pero  imagino que al final... ambos nos dimos cuenta de lo especial que fue esa visita al pino emblemático de Los Molinos, en estas circunstancias.
se veía caminar la nieve serpenteante y suspendida...
Con todos estos elementos, la descripción de lo vivido, es más emotiva de lo normal. Con las sensaciones a flor de piel, a cada paso que dábamos.  Una vez cogimos el sendero,, la nieve empezaba a tener más presencia, pues la altitud de la pradera de los Campamentos ronda los 1400 m. Habíamos estado jugando un poco con nuestras cámaras fotográficas en la pradera, donde, lejos del abrigo del pinar, el viento traía con fuerza la nieve desde el norte, desde el Valle de la Fuenfría,  y se veía caminar la nieve serpenteante y suspendida en el aire por la ventisca. Nosotros intentamos inmortalizar este momento, en foto lo cual parecía tarea difícil, y en vídeo... algo más fácil, aunque no exento de peligros, por el fuerte viento frío, que nos dejó las manos heladas.
en el norte de la caseta de los bomberos
A partir de allí, el sendero no tenía huellas humanas de ningún tipo.  Tal y como estaba el día, a nadie se le había ocurrido antes que a nosotros subir por este lugar,  así que la paz que se sentía caminando bajos estos enormes pinos silvestres, muy bien conservados, y muchos de ellos centenarios, era muy grande. El estado del camino no era muy malo, había nieve pero no mucha, y no estaba helada, pues había estado cayendo toda la noche, y aún estaba impoluta. La sensación de ir abriendo camino sobre la nieve para un montañero es difícil de explicar, pero por un momento, te sientes en lugar virgen, donde no ha pisado todavía nadie. La belleza del bosque nevado sin dejar ver nada del suelo, es increíble, el silencio se siente profundamente, solo se rompe por nuestros pasos, y de vez en cuando se escuchaba algún pajarillo forestal, sorprendido por nuestra presencia.

la belleza y el silencio
Resulta también muy gratificante, saber que la presencia animal,  está cerca, sus huellas se dejan ver en la nieve fácilmente,  y puedes ver sus movimientos buscando comida por el bosque.  Las huellas eran de corzo, y alguna otra parecía  de zorro, como la de un perro pequeño. Así que en medio de el silencio, no nos sentíamos solos, su presencia nos acompañó durante toda la ruta.  Ezequiel no hablaba mientras caminaba, seguía un ritmo constante, y no paraba salvo algo importante que comentar. Para eso ya estaba yo, que siempre estoy hablando, y comentando cosas ... rompiendo el silencio. Escuchábamos algunos ruidos, cercanos, como de crujir ramas, era lo único que podíamos escuchar y alguna chova aislada con su característico sonido. Pero , de repente, estábamos comentando la cantidad de huellas de corzo que estábamos viendo, y hacia donde se dirigirían, porque cuanto más arriba, hay menos comida al haber tanta nieve... cuando  levantamos la vista hacia adelante, dos corzos cruzaron el camino un poco más arriba, sorprendidos de nuestra presencia, no nos díó tiempo ni a saludarlos...
huellas de corzo en la nieve
cruzaron como una exhalación y a nosotros nos hizo mucha ilusión... siempre ver animales salvajes en el monte, te produce gran satisfacción. En poco más de una hora, y a pesar de habernos entretenido en varios puntos del sendero para disfrutar del paisaje, y tirar fotos, ya se veía el claro al fondo, estábamos muy cerca del Collado del Rey, situado a unos 1.650 m. El paisaje se tornaba por momentos más agreste, y más invernal. La presencia de la nieve fue continua desde abajo, pero a partir de este momento, el manto nivoso era más importante. Todo se veía más blanco si cabe, cubierto por la nieve, y en las rocas se podían ver chupetes de hielo o carámbanos al abrigo del viento, donde la nieve no pudo posarse, el camino se intuía a duras penas entre los matorrales más abundantes, que eran los cambroños y los piornales. Ambos estaban con las ramas aplastadas, soportando como podían el peso de la nieve. El paisaje era espectacular, al llegar al collado, los pinos estaban congelados, la cencellada los había vestido de blanco, en todas sus ramas, y las acículas estaban todas blancas cubiertas por el hielo.
en el Collado del Rey
Se veía desde abajo, cuando subíamos, la niebla en las cumbres, y en este lugar, había hecho acto de presencia todo el rato, la niebla en estas alturas es fría y gélida, y este fenómeno de la cencellada, lo provoca la humedad intensa de la niebla y las temperaturas bajo cero. Todo es diferente en las zonas altas de la montaña, con la presencia de la nieve, la sensación invernal e inhóspita se acentúa, y la emoción empieza a crecer por momentos... al ver un paisaje tan desierto por un lado y tan bonito por otro. Al llegar al Collado del Rey, se abre el bosque  entorno al mismo, y nada más llegar, la presencia del viento nos vuelve a sorprender de repente, los arbustos están sepultados ya por la nieve, y alrededor de ellos, el viento ha formado ventisqueros creados por el fuerte viento, todo estaba congelado pero por otro lado, al no haber tantos pinos, se abre el paisaje y empezamos a ver algo mas que los troncos de los pinos. Hacia el norte y NE, se abre el panorama de las cumbres más altas de esta zona del Guadarrama, y lo digo yo por que lo se, porque en toda la mañana pudimos ver ninguna de ellas.
y al mirar al sur, se abre el cielo y todo es diferente
La niebla alta de las cimas las cubría por completo, y no hubo manera de ver los Siete Picos, ni La Bola del Mundo ni la Maliciosa en ningún momento. Allí estuvo nevando todo el rato, y el viento sería impresionante. Hacia el otro lado, hacia el suroeste, el panorama era muy diferente. Las cimas de las montañas, desde Abantos hasta La Peñota, seguían tapadas por la niebla,  pero hacia el valle, hacia la meseta sur, el espectáculo estaba servido. Estábamos caminando en el límite de la niebla, con bancos de niebla sobrevolando nuestras cabezas y a veces hasta nos engullía con su oscuridad y fríaldad. Pero, al asomarnos al sur, entre nieblas y nubes más bajas, se veían todos nuestros pueblos serranos, desde Los Molinos hasta El Escorial. Allí no había quien parara, así que Ezequiel me mostró un par de fuentes que él conocía, por la zona.
Fuente en el Collado del Rey
Yo una de ellas la conocía, ya un día subiendo desde Los Molinos, mi padre nos la había mostrado a Jorge y a mi, es un manantial que no se seca ni en verano, y que está  muy cerca del collado en la zona de Los Molinos. Y la otra, no la conocía, y era muy bonita y muy antigua,  está hacia el norte, bajo unos pinos enormes centenarios muy bien escondida. Y en terrenos de Cercedilla. Es un lujo, conocer las fuentes de la montaña, porque siempre en verano te puedes ver en un aprieto y éstas, te lo pueden resolver. Pero lo que es un lujo de verdad es caminar con alguien que conoce la zona palmo a palmo, como Ezequiel, mi compañero de viaje. Siempre aprendiendo cosas, conociendo lugares nuevos, que si no te lo dicen ni te das cuenta... como estas fuentes y muchos caminos que no están marcados, y que solo conocen los  que han trajinado mucho por la zona. Es una gozada para mi caminar con gente experimentada, y lugareña, que te aportan experiencia  y sabiduría siempre y en todo momento.  Esta zona yo la conozco bien, porque he subido muchas veces a La Peñota por aquí y al pino, pero ya ves, siempre hay algo que aprender.
hasta los alambres de espino son bonitos en la montaña
LLegados a este punto, que era nuestro primer objetivo,  se acercaba el momento deseado por los dos, y soñado por mi sobretodo...desde niño. Cruzamos la vaya metálica que separa los municipios de Los Molinos y Cercedilla, hacia el de Los Molinos, y desde allí bajamos hacia el Pino de San Roque. Si en verano es un camino imaginario difícil de seguir, ahora con nieve ni te cuento. Menos mal que conocemos bien el camino de otras veces, y que el sendero imaginario se intuía bajo la nieve. Sin embargo, bajo la nieve, y con los berceos  y piornales , y sobre todo cambroños, sepultados bajo la nieve, y aunque parezca mentira, se caminaba mejor que en verano, donde el camino, lleno de piedras y de arbustos es difícil de seguir, y de no escurrirse o pincharse. En pocos minutos ya veíamos el pino al fondo, y el panorama era espectacular.
Esta es la primera vez que vimos el Pino de San Roque.
El pino estaba congelado por este lado NO y como siempre su envergadura y su belleza , sobresalían sobre el resto del horizonte.  Ya lo podía casi tocar con la punta de mis dedos, el sueño, se acercaba y ya podía verlo y la verdad, es que como siempre que deseas mucho algo, nunca imaginas que la realidad puede superar tu imaginación y tus deseos. El Pino de San Roque  estaba a nuestros pies, y el paisaje que desde allí se ve es espectacular. Su situación al pie de La Peñota, lo convierte en un mirador natural y todo desde allí se ve diferente. No solo el porte y su situación en solitario son sus principales atributos.

Bajando al pino, cada vez más cerca, casi le podíamos tocar.
Su longevidad cerca del límite de la especie y haber sobrevivido a numerosos y poderosos incendios durante varios siglos, lo hace único y singular, sin embargo, parece ser que nadie ha caído en la cuenta de sus existencia, para que estuviera entre los árboles singulares de la comunidad de Madrid, una pena... como tantas cosas que pasan de largo en Los Molinos.
El Pino de San Roque
En fin, que estuvimos un buen rato inmortalizando el  momento, tirándonos fotos a su lado como cuando vas a algún lugar importante, un verdadero monumento natural. Además de todos los encantos que posee el enorme pino durante todo el año, ahora, lo estábamos viendo bajo un aspecto más invernal, con unos colores y luces diferentes, con hielo en su tronco y en sus acículas, y con las nieblas agarradas a todas las cimas de la Sierra de Guadarrama,  y la meseta sur con unas nubes preciosas se abría ante nuestros ojos en un paisaje espectacular y muy especial. Habíamos pensado comer allí, pero hacía mucho frío, y mucho viento, así que decidimos  después de recrearnos todo lo que quisimos del lugar y del momento buscar un lugar más abrigado. Todavía emocionados por lo bonito del lugar y el espectáculo que nos brindó el pino de San Roque, volvimos a subir al Collado para no volver por el mismo sitio, y bajar por la Senda de los Poyalejos, pero antes, nos despedimos del pino con mucha emoción, al menos por mi parte, de haber cumplido un sueño en este día, que perseguía desde hace tantos años. Bueno, para eso están los sueños, para soñar, y para cumplirlos...

Ezequiel en el Pino de San Roque
Tiene una hermosa copa y más de 20 m. de altura.












Luis Sancho.















Mirando hacia La Peñota, esto es lo que pudimos ver













Ezequiel casi tan grande como el pino...
Resultó ser muy interesante la vuelta, como ya imaginaba antes cuando fuimos a la fuente,  lo primero que pensé fue que la Calle Alta, estaría preciosa con tanta nieve...y después de volver a ver corzos en los alrededores de una de las fuentes, por el lado molinero, y de seguir sus rastros en la otra... e imaginar como peinan el territorio, en busca de sustento y de agua,  nos dispusimos a ir en busca de la Senda de los Poyalejos, por la Calle Alta  ya en Cercedilla.
Este es el comienzo de la Calle Alta.
Este nombre tan sugerente, indica claramente su situación, es una pista forestal que sale del Collado del Rey hacia el Pto de la Fuenfría y que transcurre durante todo el recorrido  a una altitud de aproximadamente 1700 m. Y entonces fue cuando tuvimos la siguiente sorpresa importante de la ruta y del día, porque a esa altitud, sin una pisada, y sin pinos encima del camino,,, bueno sin pinos es un decir., el camino estaba en un estado mágico. Todos los adjetivos que le pueda poner son pocos, decidimos salir pitando hacia abajo,  hacia los campamentos, que ya nos habíamos enredado bastante con todo en la subida y luego con el pino... pero cual fue nuestra sorpresa al llegar a este siempre precioso camino , pero en este caso, precioso se queda corto. La Pista estaba con una nevada importante,  con los pinos  llenos de nieve en sus ramas caídas por el peso, y el corto tramo que recorrimos este camino, fue realmente espectacular lo que vieron nuestros ojos.
Un paisaje de cuento, un bosque del norte de Europa, y un lugar para perderse con unas vistas muy bonitas del fondo del Valle del Guadarrama. En poco más de un km, las fotos se dispararon solas... y la máquina echaba humo. Enseguida llegamos a la salida del camino que íbamos a coger acortando para no llegar hasta el comienzo de la Senda de los Poyalejos,  y tuvimos que dejar el camino alucinante, para bajar como nos gusta a los montañeros...jeje... campo a través, y a toda velocidad por la nieve y la ladera  de La Peñota, sin poder parar...el descenso fue vertiginoso, apenas paramos a ver una bonita fuente que encontramos a mitad de camino, y bajábamos por el medio del bosque de pinos, absolutamente mágico el momento.
Bajábamos sin control, frenando como podíamos, y disfrutando de la imagen bucólica de un bosque de pinos silvestres muy maduro, todos muy altos y perfectamente alineados,  con su parte alta asalmonada en todos ellos, formando una imagen y un paisaje único, de colores anaranjados en la parte alta de los pinos, y más oscura en la baja, y debajo la nieve.. En el medio del bosque, de repente, nos encontramos en una pequeño llano, donde nos relajamos un poco, de tanto estrés y riesgo de patinar o tropezar y darte una buena culetada, enseguida nos incorporamos al camino ya consolidado, la Senda de los Poyalejos, que es un camino precioso, y el camino clásico de subida a La Peñota por Cercedilla. En seguida a unos 200 m. vimos un nuevo corzo, pero este al vernos se quedó quieto, petrificado,  y nos tiramos unas fotos con él...era muy bonito, de cuento... como los de disney.
Casi me da un beso, o yo a él.....
 Y retomamos de nuevo la bajada otra vez sin seguir el camino,  y poco a poco, menos vertical y con menos nieve. Llegamos a la fuente de la mina, según me explicó Ezequiel, y si él lo dice, yo me lo creo y poco después a la pradera de los campamentos. Todo este descenso fue alucinante, divertido y muy rápido, en poco más de media hora estábamos ya en el lugar de partida, en el paso de vehículos bajo el ferrocarril de Las Molineras, en Los Molinos, donde dejamos el coche.  Y esta fue nuestra experiencia de hoy,  haciendo la ruta al pino de San Roque, y Collado del Rey, bajando por la senda de los Poyalejos, un día desde luego inolvidable, sin ninguna duda...

Pinos Silvestres 

Los Molinos desde el Pino de San Roque

Todas las últimas fotos han sido tomadas en la Calle Alta de Cercedilla.