sábado, 23 de noviembre de 2013

EL DÍA QUE VI AMANECER



      ...hay algo más bonito que ver amanecer ?, hay algo más bello y armonioso que los colores anaranjados y rojizos, reflejándose sobre las nubes...?. Ver amanecer es volver a la vida, renacer, sentir los colores del sol, y llenar tu vida de energía, sentir con intensidad nacer un nuevo día. Pero si además necesitas un chute de alegría, un homenaje a la vida, a ese nuevo día, y a esos colores, se le unen la emoción y las ganas de gritar, de sentir cada segundo de este momento, de esperar.. pacientemente, que el sol salga y que sus rayos y sus reflejos te llenen de calor, y lo inunden todo.
A mi me encantan los colores del amanecer, son tenues en un principio y luego vivos y fuertes, rojo fuego, que se reflejan en todos los objetos, que los llenan de su luz, y de su energía. En esa emoción, por ver nacer el día, un impulso me llevó con el alba y con el frío de la noche, a buscar un sitio bonito donde poder verle, donde poder sentir su poder, lejos del ruido y del trajín de la gente,ya comenzando a vivir el día a día...y con la ilusión de un niño, que va a descubrir algo nuevo, que abre los ojos cuanto puede, para ver con mayúsculas, y para abrazar todo lo que ve , lo que siente, me acerqué a un lugar llamado Los Veneros, en Los Molinos, en mi pueblo, donde está mi hogar, mi vida y mi gente...yo creí que iba a estar solo, que no habría nadie pensando en lo mismo que yo, pero me equivoqué... y pude ver con sorpresa que otras muchas personas madrugaban, antes del amanecer, pero no lo miraban, pasaban de largo y ni siquiera les llamaba la atención... yo en cambio, me abrigué bien y me salí fuera del coche, a sentir el viento en mi cara , frío y refrescante.
Poco a poco salió el Hijo del Alba, asomando sus primeros rayos sobre el valle,  enseñando su poder y su alegría, primero en las nubes, cada vez más rojizas, y después sobre la montaña, sobre la sierra, y sentí el poder del rey de nuestras vidas, del que nos da calor y nos ilumina todos los días, me sentí frágil y pequeño, muy pequeño ante tal grandiosidad, pero muy afortunado y muy feliz, de haberlo visto, con mis propios ojos, y poder darme cuenta, que no es lo mismo saber que sale todos los días, que verlo salir, y ver como abraza nuestro valle con sus tentáculos...dando la campanada a la vida y el movimiento frenético de los humanos, en su trajín diarío hacia el trabajo, a llevar a los niños al colegio o a seguir la vida como nos venga cada día... un placer señor, verle salir...y fue tan corto, en unos minutos todo se acabó, la magia del momento, los colores, ese estado de shock que te produce la emoción...se fueron hacia los sueños, donde nos iluminan cada día directo al corazón...  

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